Más allá del fin del arte
Arthur Danto nos muestra el mundo más allá del fin del arte. él reconoce o siente el acaecimiento de un cambio histórico en las condiciones de producción de las artes, aún cuando, los complejos del mundo institucional del arte como son las galería, las escuelas, las revistas, los museos o las instituciones están claramente establecidos y manteniéndose aparentemente sin cambios.
Este hecho histórico es paralelo en importancia a la creación de la institucionalización del arte, es decir al cambio que supone la entrada a la era del arte desde una época anterior. En esta época también se creaban imágenes, edificios o esculturas pero no son arte en cuanto a que su condición artística no figuraba en la elaboración de las mismas, dado que el concepto de arte aún no se encontraba en la conciencia colectiva, de igual forma que no se consideraban a las personas que las creaban artistas.
Su elaboración era divina, milagrosa, ya fueran las musas en el mundo griego o la intercesión divina en el cristiano, no sería hasta el Renacimiento, cuando la figura del artista surge tal y como la conocemos en la actualidad. De igual forma que la era del arte no compenzó abruptamente en un año en concreto, tampoco su fin fue abrupto, de hecho, aún no se sabe muy bien como es este arte más allá del fin del arte. Nos encontramos en otro concepto de arte cuya forma y estructura exactas aún se deben entender.
Los teóricos y críticos de arte, apoyaron esta idea del fin del arte en que las vanguardias, especialmente en pintura y en música mostraban los claros signos de un agotamiento internos, es decir, un límite marcado más allá del cual no es posible avanzar. Sin embargo, para Danto como para Belting, pensador que plasmó ideas muy parecidas paralelas a las de nuestro autor, comparten al decir que es bastante coherente que con el final de la era del arte, que el arte fuese extremadamente vigoroso y no mostrase ningún signo de agotamientro interno.
Afirma cómo un complejo de prácticas vigorosas han dado lugar a otras, vigorosas también aun cuando la forma de este nuevo complejo aún permanece oscura. El fin del arte no implica la muerte del arte. Lo que sí ha llegado al final es una historia del arte con un concepto de arte que ya no vale para lo actual, tal y como no valía antes del Renacimiento, donde a pesar de la inexistencia del concepto se elaboraban esas imágenes, edificios y esculturas ya nombradas.
Danto lo compara con un relato que se ha acabado pero no así el tema del mismo. Tras el "comieron perdices y vivieron felices" es cuando realmente comienza el primer día del resto de su vida. Sin
embargo, esa vida no es posible sin todo lo pasado. Así el arte contemporáneo no hace un alegato contra el arte del pasado, pues no tiene sentido que el pasado sea algo de lo cual haya que liberarse, incluso aunque sea absolutamente diferente del arte moderno en general. En cierto sentido lo que define al arte contemporáneo haya su base en el arte pasado.
Los artistas pueden usar el arte pasado a su total disposición para crear su arte post-arte, lo que no tendrá nunca este nuevo arte será el espíritu en el cual fue creado el arte post-no arte. El espíritu del nuevo arte es el que se vislumbra oscuro todavía hoy. Ésto se debe principalmente a que la sociedad contemporánea posee el que Danto llama el principio de museo, es decir, somos capaces de agrupar como elementos artísticos a realidades muy distintas entre sí, ya no existe, por tanto un criterio a priori acerca de cómo el arte debe verse, ya no hay un relato al que los contenidos de los elementos artísticos se deban ajustar. Ya no se considera que los museos están llenos de arte muertos sino de opciones artísticas vivas, que pueden sufrir reordenaciones constantes. Esos elementos artísticos surgieron bajo un espíritu muy concreto que no debemos ni queremos copiar, pero sí son al mismo tiempo la base para nuestros elementos artísticos presentes.
Este hecho histórico es paralelo en importancia a la creación de la institucionalización del arte, es decir al cambio que supone la entrada a la era del arte desde una época anterior. En esta época también se creaban imágenes, edificios o esculturas pero no son arte en cuanto a que su condición artística no figuraba en la elaboración de las mismas, dado que el concepto de arte aún no se encontraba en la conciencia colectiva, de igual forma que no se consideraban a las personas que las creaban artistas.
Su elaboración era divina, milagrosa, ya fueran las musas en el mundo griego o la intercesión divina en el cristiano, no sería hasta el Renacimiento, cuando la figura del artista surge tal y como la conocemos en la actualidad. De igual forma que la era del arte no compenzó abruptamente en un año en concreto, tampoco su fin fue abrupto, de hecho, aún no se sabe muy bien como es este arte más allá del fin del arte. Nos encontramos en otro concepto de arte cuya forma y estructura exactas aún se deben entender.
Los teóricos y críticos de arte, apoyaron esta idea del fin del arte en que las vanguardias, especialmente en pintura y en música mostraban los claros signos de un agotamiento internos, es decir, un límite marcado más allá del cual no es posible avanzar. Sin embargo, para Danto como para Belting, pensador que plasmó ideas muy parecidas paralelas a las de nuestro autor, comparten al decir que es bastante coherente que con el final de la era del arte, que el arte fuese extremadamente vigoroso y no mostrase ningún signo de agotamientro interno.
Afirma cómo un complejo de prácticas vigorosas han dado lugar a otras, vigorosas también aun cuando la forma de este nuevo complejo aún permanece oscura. El fin del arte no implica la muerte del arte. Lo que sí ha llegado al final es una historia del arte con un concepto de arte que ya no vale para lo actual, tal y como no valía antes del Renacimiento, donde a pesar de la inexistencia del concepto se elaboraban esas imágenes, edificios y esculturas ya nombradas.
Danto lo compara con un relato que se ha acabado pero no así el tema del mismo. Tras el "comieron perdices y vivieron felices" es cuando realmente comienza el primer día del resto de su vida. Sin
embargo, esa vida no es posible sin todo lo pasado. Así el arte contemporáneo no hace un alegato contra el arte del pasado, pues no tiene sentido que el pasado sea algo de lo cual haya que liberarse, incluso aunque sea absolutamente diferente del arte moderno en general. En cierto sentido lo que define al arte contemporáneo haya su base en el arte pasado.
Los artistas pueden usar el arte pasado a su total disposición para crear su arte post-arte, lo que no tendrá nunca este nuevo arte será el espíritu en el cual fue creado el arte post-no arte. El espíritu del nuevo arte es el que se vislumbra oscuro todavía hoy. Ésto se debe principalmente a que la sociedad contemporánea posee el que Danto llama el principio de museo, es decir, somos capaces de agrupar como elementos artísticos a realidades muy distintas entre sí, ya no existe, por tanto un criterio a priori acerca de cómo el arte debe verse, ya no hay un relato al que los contenidos de los elementos artísticos se deban ajustar. Ya no se considera que los museos están llenos de arte muertos sino de opciones artísticas vivas, que pueden sufrir reordenaciones constantes. Esos elementos artísticos surgieron bajo un espíritu muy concreto que no debemos ni queremos copiar, pero sí son al mismo tiempo la base para nuestros elementos artísticos presentes.
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