Racionalismo en el arte

El S. XVIII fue el gran periodo del racionalismo en el pensamiento occidental. Pensamiento que llegó hasta la estética, término que se acuñó precisamente en esa época. Así los pensadores del momento consideraban el juicio sobre la belleza una operación completamente intelectual.

El juicio de lo bello era considerado un universal, el resultado del placer y del dolor que emanan de nuestras percepciones cuyos veredictos son indiscutibles. Esta infalibilidad se debía a que este juicio surge de nuestro espíritu como el resto de nuestros sentidos.

En 1790 Kant sintetiza todo este pensamiento occidental, francés, inglés y alemán en su crítica al juicio, donde aúna la consideración del juicio como una función del entendimiento que necesita del juicio científico junto con la consideración de un sentimiento, algo arbitrario como todas las manifestaciones del sentir.

Así, Kant define el juicio como un gusto, una facultad del sentir a la cual otorga al mismo tiempo la universalidad que le concedían las teorías de corte intelectualista. Es decir, desde este momento se comienza a considerar el juicio como algo subjetivo y al mismo tiempo de carácter necesario. Paralelamente al imperativo categórico, surge el imperativo estético.

Por tanto la pregunta aquí no va encaminada a saber que es lo bello, sino cuál es el juicio de lo bello. Un juicio que según Kant se debe despojar de todo interés y contemplación individual, así, lo considerado bello lo será por una gran mayoría. Es decir, este juicio no se emite por una inclinación del sujeto, sino desde la completa libertad.

Sin embargo esta teoría puede parecer muy utópica, ¿realmente puede el ser humano abstraerse de la sociedad y, por tanto de las normas, reglas y juicios que ésta impone a la hora de emitir un juicio estético?

Por otra parte, ¿si existen diversas culturas, cada una con sus normas, existirán diferentes juicios sobre un mismo objeto? Algunos pueden defender la unidad de la humanidad que se viene dando desde hace tiempo con la globalización y considerar que al tender la humanidad a imponer unos mismos valores y reglas para todos se podrá llegar a un juicio universal y completamente objetivo.

En ese caso, ¿ese único juicio o imperativo estético tendría validez? Puesto que todos pensaríamos lo mismo pero no lo que desde nuestro punto de vista individual quisiéramos pensar, sino por las normas impuestas por la sociedad a la que pertenecemos.

Kant defiende su postra afirmando que aunque la emisión del juicio es personal siempre busca un consentimiento universal. De hecho eso es algo que se sigue defendiendo y haciendo. Actualmente las empresas nos ametrallan con encuestas sobre el objeto adquirido, requieren constantemente de un feedback para conocer los gustos de la sociedad, lo que los juicios estéticos de la sociedad consideran bello o apto para que lo adquieran.

Por todo ello la pregunta final se resume en: ¿podemos de verdad emitir un juicio estético en el que se defienda su subjetividad pero se reconozca también su necesidad intelectualista, o como seres sociales es algo a lo que se debe aspirar pero en ningún caso considerar
un universal sino un imposible?

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