Música. Emoción. Significado

Si fuéramos preguntados si somos capaces de distinguir entre estados no emocionales de los emocionales diríamos que la diferencia radica en el estímulo que nos ha producido esas respuestas, ya sean o no emocionales. Pero un mismo estímulo no provocará la misma respuesta en cada persona. Ni siquiera una misma persona responderá siempre de igual manera al mismo estímulo. Por lo tanto, si fuéramos preguntados de nuevo, diríamos que la forma de diferenciar entre estados no emocionales de los emocionales diríamos que depende de la relación entre el estímulo concreto y la respuesta concreta de una persona en un momento y situación muy determinados. Lo que está claro es que los estímulos producen tendencias en el organismo a pensar o actuar de una manera particular, entonces podemos trabajar con esas tendencias que son más generales y que se pueden extrapolar de manera más sencilla.

Primeramente hay que dejar claro lo que es una emoción, según Leonard Meyer, una emoción es una respuesta, un sentimiento cuyo carácter y calidad son siempre más o menos el mismo. Así, establecemos una gran variedad de estados emocionales como el amor, el miedo, el enfado, los celos o el gusto, que a pesar de las peculiaridades que cada uno de ellos pueden mostrar en sujetos y situaciones muy concretas, poseen una calidad y carácter bastante similar en todas esas situaciones particulares.

Sin embargo, lo estetas y teóricos de la música han encontrado dificultades a la hora de trasladar estos sentimientos generales, llamados afectos, ya que en definitiva existen por su relación con experiencias emocionales diferenciadas y completamente particulares.Mucho del comportamineto emocional que comportan estos afectos parece que es automático y natural cuando relamente está aprendido en su mayoría. Ésto se debe a que este comportamiento es en muchas ocasiones la base de la comunicación, como pueda ser la postura corporal, las expresiones faciales o las respuestas motoras.

Lo que sí está claro es que la experiencia musical difiere de la experiencia no musical, o experiencia no estética en varios puntos importantes. Primeramente, una experiencia afectiva, como lo es la musical implica un conocimiento de la situación que el estímulo nos genera. Además, las experiencias no afectivas que desarrollamos en cualquier día normal se presentan como tensiones en tendencias que mayormente no se resuelven. En el arte esta no resolución de la tendencia adquiere un significado tanto o más importante que la resolución de la misma. Porque lo que esperamos es que resuelvan, contrariamente a lo que esperamos en la vida cotidiana, las tendencias existen en música esencialmente para que resuelvan, concluyan. En definitiva, en música, los estímulos que generarán las distintas respuestas afectivas activan tendencias que pueden ser resueltas o no, pero en ambos caso provocan respuestas con una claro significado.

Leonard Meyer define tendencia o instinto como un patrón de reación que tiende a operar cuando un estímulo se activa. Este patrón consiste en una series de actividades mentales o respuestas motoras que se producen tras la activación del estímulo y que siguen un orden determinado, un orden que en estas situaciones es temporal y estructural. Los distintos procesos que se dan en el patrón de la tendencia son tanto naturales como aprendidos.

La tendencia puede ser consciente e inconsciente. Generalmente cuando el patrón reacciona de manera normal a su curso suele presentarse de manera inconsciente. Cuanto más automático es su comportamiento, menos consciencia comporta. La tendencia se convierte en una actividad consciente cuando algún proceso de su patrón no sigue su curso o su finalización no se profuce, estas tendencias conscientes son referidas como expectaciones. Aunque en un sentido amplio podríamos considerar todas las tendencias como expectaciones, ya que son reacciones en cadena en la que el estímulo nos lleva a un consecuente, que está, por tanto, implícito en la tendencia, una vez que la tendencia mediante el estímulo se ha activado.

En ocasiones un consecuente muy específico es lo que se espera como la resolución del acorde de séptima de dominante en la música clásica occidental, otras veces la expectación puede ser más general y no se sabe necesariamente como puede ser concluída aunque sí necesite de conclusión. Esto se produce porque los consecuentes posibles pueden ser varios. Otras veces el consecuente no es nada claro, pero se espera, por ejemplo tras un pasaje que cree mucha duda, por ejemplo a nivel armónico acabará convirtiéndose en algo incómodo y al que buscamos una conclusión aunque no sepamos cual sea. Ésto incluye el término de suspense y nos trasmite cómo la experiencia musical es muy similar a las experiencias de la vida real. El suspense musical nos lleva a analogías directas con la vida real, nos conecta con la insignificancia y falta de poder del ser humano frente a las fuerzas de lo desconocido. y son estas experiencias las que dotan a la música de una situación muy poderosa, equiparándola a la vida misma.

Por lo tanto, como todo en la vida, a la música se le ha biscado un significado, lo cual es una continua fuente de controversia. El debate se centra en si la música comunica, si la música puede designar, definir o comunicar conceptos referenciales, imágenes, experiencias o emociones. Por todos es conocida la lucha romántica entre los programáticos o absolutistas, los cuales ambos coinciden en que la música tiene significado, ya sea por sí misma o por elementos extramusicales que unimos a ellas mediantes signos y símbolos. Sin embargo de que manera la música es significativa, cómo un estímulo sonoro nos puede llevar a un significado concreto es algo en lo que los dos grupos han fallado a la hora de clarificar o precisar.

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