Reflexiones sobre la nada

John Cage (1912-1992) muestra un pensamiento muy empirista en su Conferencia sobre la nada dentro de su recopilación de escritos "Silencio". Empieza con toda una declaración de intenciones: Estoy aquí y no hay nada que decir. Con esas palabras ya critica o satiriza con todo lo establecido, ¿quién es él para hablar nada delante de un público? la sociedad lo ha determinado así, ¿pero en base a qué? ¿Qué sabe la sociedad de él? La respuesta es nada. Partiendo de que no nos podemos fiar de nuestros sentidos ¿conocemos todos al mismo John Cage? ¿Valoramos de igual manera las cosas que hizo? La respuesta es no, nunca nos pondremos de acuerdo ni en esto ni en nada.

Por ello, establecemos un pacto social por el que determinamos que un primer movimiento de una sonata posee exposición con tema A, puente, tema B, coda; desarrollo y reexposición con todo lo presentado en la exposición pero sin modular de la tonalidad principal. Y aún habiendo establecido ésto reconocemos la forma sonata en composiciones que no la respetan, de hecho la mayoría de ellas no lo hacen, sin embargo, de nuevo, establecemos otro pacto social por el que esas obras serán conocidas como sonatas porque se asemejan a algo que hemos pactado llamar forma sonata.

También hemos pactado hablar de palabras y silencios, ¿pero qué son?, ¿son acaso los silencios las faltas de palabras o las palabras los rellenos de los silencios? Pero de nuevo, si no nos podemos basar en nuestros sentidos, ¿cómo sabemos si estamos de verdad oyendo palabras o silencios? ¿o si lo que estoy oyendo es lo mismo que lo que oye el que está enfrente de mí? ¿o hay o no alguien enfrente de mi?

¿Las palabras que formulo son iguales que las que oigo en mi mente? No lo sé, pero realmente da igual, por lo tanto, no sé si al hablar, como expone Cage habrá o no una discusión, o lo que la sociedad ha pactado conocer como discusión. Pueden ocurrir o no en las charlas y si ocurren habrá que dejarlas estar, porque no sabemos cómo se han originado ¿ha sido mi propia voluntad o no? ¿Es mi voluntad igual a la de el de enfrente? No lo sé, pero realmente da igual, porque su voluntad se ha formulado de forma distinta a la mía pero aún así hablamos de la voluntad, única y pactada.

Pero como expone Cage, Kansas será interesante para un neoyorquino pero no así para uno de Arizona, ¿es acaso Kansas distinta en cada situación? Sí y no, nunca nos podremos poner de acuerdo, porque no nos podemos fiar de nada, porque en el fondo no poseemos nada, lo cual, en el fondo es bueno, pues no sentimos su pérdida, ¿entonces qué es pérdida? Seguro, algo que hemos pactado, pero en el fondo, no lo sé.

Si no poseemos nada, ni perdemos nada, el pasado no nos debe agobiar no hay nada que destruir o deconstruir porque no hay nada y todo lo que aparezca no será nunca una repetición porque nunca ha sido o si lo ha sido no lo sabemos. Porque solo tenemos conciencia de nosotros pero no de lo que esté a nuestro alrededor y que nuestros sentidos nos muestran de forma engañosa.

Por tanto, hacer música es fácil, es dejarse guiar a ciegas por elementos que hemos pactado pero que no conocemos ni conoceremos, es jugar como un niño que no tiene sentido del ridículo, que hace las cosas porque quiere no porque la sociedad haya pactado con él hacerlas. Igual que una charla, dividimos nuestra pieza musical en secciones para tener un cierto marco de referencia, para sujetarnos a algo aunque no exista, pues siempre es mejor que la nada. Cuando no vemos extendemos las manos para sentir la superficie y creer que no nos vamos a caer, pero, ¿si Nueva Zelanda está abajo en nuestros mapas, los neozelandeses no se caen la universo desde nuestro planeta Tierra? ¿Quién ha decidido que ellos estén abajo y nosotros arriba? ¿Qué es arriba y abajo? No lo sé y realmente da igual, porque en el fondo no es nada.

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