El origen de la obra de arte
En el origen de la obra de Arte, Heidegger se pregunta por aquello a partir de donde y por lo que una cosa es lo que es y tal como es, lo cual en definitiva es preguntarse por la esencia. Así el origen es la fuente de su esencia. Según el pensamiento habitual, la obra de arte nace por la actividad del artista, por lo que la obra es el origen del artista así como el artista es el origen de la obra. El artista y la obra son ontológicamente por la existencia de un tercero, que en esencia es lo primero: el arte.
Entonces, ¿cuál es el origen del arte? ¿tiene el arte un origen? Según Heidegger el arte es una palabra a la que no le corresponde ningún hecho real, sólo sirve a modo técnico como un nombre bajo el que se agrupan lo único real del arte: la obra y el artista. Por lo tanto preguntarse por el origen de la obra de arte es preguntarse por la esencia del arte, el cual se hace patente en la obra de arte.
La siguiente pregunta será acerca de qué y cómo es una obra que nace del arte. Pero todas estas preguntas nos llevan en un círculo vicioso del que no se puede salir por lo que hay que romperlo. Podemos intentar establecer que es el arte comparando distintas obras, pero ¿cómo sabemos que las obras ante las que estamos son obras de arte? Si reunimos los rasgos distintivos de algo dado y deducir a partir de principios generales es en definitiva una forma de autoengaño.
Ante esto, para encontrar la esencia del arte que reina en la obra, habrá que buscar la obra de arte efectiva y preguntarnos qué es y cómo es. La obra es primeramente una cosa real y física, así la piedra está en la obra arquitectónica, el mármol en la escultura, el color en la pintura, la palabra en la obra poética y el sonido en la composición musical. Pero la obra de arte es también es alegoría, tiene un carácter añadido, lleva algo consigo, la obra es símbolo. Y es ese símbolo, ese algo es lo que hace que la obra sea de arte.
La cosa es por tanto el cimiento dentro del que se edifica eso otro que es en esencia lo propio de la obra. La coseidad es por tanto una característica de la obra de arte que se encuentra en los entes de la naturaleza y es esa realidad tangible de las obras en las que se esconde algo distinto, está formada por sustancia y accidentes y es la parte de la obra de arte anclada al mundo físico.
Lo otro es lo que Heidegger relaciona con la verdad, que aflora del ente físico que es la obra de arte, es una representación de la esencia general de las cosas, dota de un valor estético a los entes cosificados, a través de la verdad los guía a la belleza.
Así, con toda esta explicación, Heidegger da un paso más frente a otros estetas, no se plantea si una obra es bella o no, se pregunta por algo mucho más profundo por la realidad ontológica de la obra de arte y por su origen, entonces, nos daremos cuenta que la obra de arte no es principalmente fea o bella sino que ante todo será cosa y alegoría, ente y símbolo
Entonces, ¿cuál es el origen del arte? ¿tiene el arte un origen? Según Heidegger el arte es una palabra a la que no le corresponde ningún hecho real, sólo sirve a modo técnico como un nombre bajo el que se agrupan lo único real del arte: la obra y el artista. Por lo tanto preguntarse por el origen de la obra de arte es preguntarse por la esencia del arte, el cual se hace patente en la obra de arte.
La siguiente pregunta será acerca de qué y cómo es una obra que nace del arte. Pero todas estas preguntas nos llevan en un círculo vicioso del que no se puede salir por lo que hay que romperlo. Podemos intentar establecer que es el arte comparando distintas obras, pero ¿cómo sabemos que las obras ante las que estamos son obras de arte? Si reunimos los rasgos distintivos de algo dado y deducir a partir de principios generales es en definitiva una forma de autoengaño.
Ante esto, para encontrar la esencia del arte que reina en la obra, habrá que buscar la obra de arte efectiva y preguntarnos qué es y cómo es. La obra es primeramente una cosa real y física, así la piedra está en la obra arquitectónica, el mármol en la escultura, el color en la pintura, la palabra en la obra poética y el sonido en la composición musical. Pero la obra de arte es también es alegoría, tiene un carácter añadido, lleva algo consigo, la obra es símbolo. Y es ese símbolo, ese algo es lo que hace que la obra sea de arte.
La cosa es por tanto el cimiento dentro del que se edifica eso otro que es en esencia lo propio de la obra. La coseidad es por tanto una característica de la obra de arte que se encuentra en los entes de la naturaleza y es esa realidad tangible de las obras en las que se esconde algo distinto, está formada por sustancia y accidentes y es la parte de la obra de arte anclada al mundo físico.
Lo otro es lo que Heidegger relaciona con la verdad, que aflora del ente físico que es la obra de arte, es una representación de la esencia general de las cosas, dota de un valor estético a los entes cosificados, a través de la verdad los guía a la belleza.
Así, con toda esta explicación, Heidegger da un paso más frente a otros estetas, no se plantea si una obra es bella o no, se pregunta por algo mucho más profundo por la realidad ontológica de la obra de arte y por su origen, entonces, nos daremos cuenta que la obra de arte no es principalmente fea o bella sino que ante todo será cosa y alegoría, ente y símbolo
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