El mundo como voluntad y representación.
Si por algo destaca el romanticismo como movimiento es en el
ensalzamiento de la música como el arte más destacado de todos. Schopenhauer
considera que incide y representa lo más íntimo del hombre, la Voluntad. En
ella, la principal diferencia con el resto de artes es que no se reconoce la
copia, tan sólo cierta reproducción de una idea de la esencia del mundo.
El hombre desde lo más íntimo
de su ser la comprende como un lenguaje universal, cuya claridad es aún mayor
que la del mundo intuitivo. Y tal es la grandeza y magnificencia de este arte
que es capaz de convertir en lenguaje la más profunda intimidad de nuestra
esencia. Posee una significación profunda en la que las relaciones numéricas
que la forman no se comportan simplemente como elementos objetivos sino como
signos y símbolos del lenguaje universal que conforman.
Por otra parte, la música al
ser el lenguaje que representa nuestro yo más íntimo es un arte comprendida al
instante y se da a conocer con una gran infalibilidad, expresándose con números
y retrotrayéndose a una reglas que no la impiden ser música, ser la voluntad
misma.
En relación al dualismo
platónica, que se presenta como una base importante en la obra de Schopenhauer,
afirma como las ideas, relacionadas aquí con la voluntad se objetivizan en el
mundo fenoménico, llamado aquí representación. Y así las ideas se
individualizan y se hacen visible en nuestro mundo de representación. Sin
embargo, el autor alemán considera que al ser la música la voluntad misma, pasa
por encima de las ideas y es completamente al mundo fenoménico.
Así la música no es como el
resto de artes, totalmente ligadas a la representación, a la objetivación del
mundo que nos rodea. Por ella la música tiene un efecto más poderoso,
penetrante y catártico, como ya afirmaran los pitagóricos siglos atrás. Así los
distintos elementos de la música, la armonía, el bajo continuo, la melodía, el
ritmo son las distintas individualizaciones que la música, como voluntad misma
sufre en su paso al mundo fenoménico, y todos esos elementos constituirán la
Idea, la Voluntad.
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