Evolución musical: Pasado vs. Futuro
La música como cualquier arte o cualquier ciencia humana es algo vivo que está en continuo cambio o evolución. Una evolución que no significa una mejoría con respecto a lo anterior, sino un enriquecimiento, es decir, gracias a lo anterior surge lo posterior, pero lo que precede no es peor porque sea menos complejo, sino que asienta las bases para lo que sigue.
En otras muchas ocasiones, esta evolución no se produce como una continuación de lo previo, sino como una ruptura con lo que ya existía, puesto que se ha alcanzado un alto grado de hastío o porque no es posible un enriquecimiento mayor.
Las situaciones de cambio entre lo que existe y lo que se está asentando son siempre arduas batallas, que no son cortas ni sencillas, batallas que enfrentan a detractores y a defensores, y que en definitiva llevan a un enriquecimiento del arte.
Destacamos, por ejemplo el paso del llamado Ars antiqva al Ars Nova en el S. XIV, que como suele suceder en muchos cambios no sólo supone el advenimiento de un nuevo estilo musical, sino el de una completa y absoluta revolución musical. Como en todas estas situaciones, ya presentadas, la polémica surgida entre el estilo existente y el que desea hacerse hueco representan un fuerte estímulo para que los teóricos y filósofos de la música revisen las posiciones en las que se habían mantenido hasta la fecha.
En este caso concreto destaca la famosa bula del año 1322 del papa Juan XXII con la que condena el Ars Nova, siendo ésta, otro testimonio más del conflicto que se origina y que no sólo enfrenta a dos estilos diferentes sino a dos modos distintos de concebir la música.
El texto hace referencia al nuevo arte como aquel compuesto de breves y semibreves, notas casi inaudibles, que contribuyen a interrumpir las melodías, tal y como provoca el uso del discanto. Una multitud de notas que anulan los sencillos y equilibrados razonamientos del canto llano. Pero lo más interesante del texto es quizás cuando el pontífice afirma que el nuevo arte embriaga los oídos y no se preocupan de los espíritus de tal forma que cuando uno escucha esa nueva música, se olvida de la devoción que esta pretendía.
Es decir, entran en colisión los antiguos valores de la sencillez frente a los nuevos de la complicación. Elementos propios de todos los tiempos y que se suelen mostrar presentes en las polémicas entre pasado y presente, tradición y renovación. Además todos aducirán a la tan buscada perfección. Los primeros afirman que la sencillez y la claridad de los sonidos y las palabras es perfecto, mientras que los segundos afirman que esa mayor complejidad implica un mayor refinamiento del arte, y por eso es perfecto.
Pero lo más llamativo en esta evolución o enriquecimiento que se produjo en el paso del Ars Antiqua al Ars Nova es la concepción de la música ya no como al servicio de otra cosa al margen de la propia música, estimada hasta entonces en toda la Edad Media como instrumento de edificación religiosa, sino que se empieza a concebir la música como un fin a sí misma, autosuficiente y autónoma, en cuanto a se refiere a su valor puramente auditivo. Es a lo que hacía referencia Juan XXII cuando afirmaba que ésta "embriagaba los sonidos".
En definitiva los primeros estadios en la evolución del arte músico, van principalmente encaminados a una mayor dignidad del arte de los sonidos, es decir, la emancipación de la música vocal y la música instrumental, la emancipación de la música religiosa y la música profana, la emancipación del mecenazgo, evoluciones o enriquecimientos que nos llevan a disfrutar de la música como el arte que conjuga los sonidos en el tiempo independiente del contexto en el que ésta se produce.
Una vez que la música se concibe como un arte autónomo o como un arte dentro de un contexto pero con belleza por sí mismo, las distintas evoluciones o refinamientos del mismo son esencialmente experimentación que focalizan la atención en puntos determinados.
Así, como afirmó Schönberg, la historia de la música se podría concebir como círculos concéntricos que van evolucionando y focalizando la atención en distintos elementos, ya sea la melodía, la armonía, el ritmo, el sonido en sí mismo, etc.
Y todos estos enriquecimientos no se sitúan por encima de lo anterior, no es música mejorada con respecto a lo que ya existía sino distintas formas de concebirla, de ahí que sepamos observar la belleza de distintos estilos musicales.
En otras muchas ocasiones, esta evolución no se produce como una continuación de lo previo, sino como una ruptura con lo que ya existía, puesto que se ha alcanzado un alto grado de hastío o porque no es posible un enriquecimiento mayor.
Las situaciones de cambio entre lo que existe y lo que se está asentando son siempre arduas batallas, que no son cortas ni sencillas, batallas que enfrentan a detractores y a defensores, y que en definitiva llevan a un enriquecimiento del arte.
Destacamos, por ejemplo el paso del llamado Ars antiqva al Ars Nova en el S. XIV, que como suele suceder en muchos cambios no sólo supone el advenimiento de un nuevo estilo musical, sino el de una completa y absoluta revolución musical. Como en todas estas situaciones, ya presentadas, la polémica surgida entre el estilo existente y el que desea hacerse hueco representan un fuerte estímulo para que los teóricos y filósofos de la música revisen las posiciones en las que se habían mantenido hasta la fecha.
En este caso concreto destaca la famosa bula del año 1322 del papa Juan XXII con la que condena el Ars Nova, siendo ésta, otro testimonio más del conflicto que se origina y que no sólo enfrenta a dos estilos diferentes sino a dos modos distintos de concebir la música.
El texto hace referencia al nuevo arte como aquel compuesto de breves y semibreves, notas casi inaudibles, que contribuyen a interrumpir las melodías, tal y como provoca el uso del discanto. Una multitud de notas que anulan los sencillos y equilibrados razonamientos del canto llano. Pero lo más interesante del texto es quizás cuando el pontífice afirma que el nuevo arte embriaga los oídos y no se preocupan de los espíritus de tal forma que cuando uno escucha esa nueva música, se olvida de la devoción que esta pretendía.
Es decir, entran en colisión los antiguos valores de la sencillez frente a los nuevos de la complicación. Elementos propios de todos los tiempos y que se suelen mostrar presentes en las polémicas entre pasado y presente, tradición y renovación. Además todos aducirán a la tan buscada perfección. Los primeros afirman que la sencillez y la claridad de los sonidos y las palabras es perfecto, mientras que los segundos afirman que esa mayor complejidad implica un mayor refinamiento del arte, y por eso es perfecto.
Pero lo más llamativo en esta evolución o enriquecimiento que se produjo en el paso del Ars Antiqua al Ars Nova es la concepción de la música ya no como al servicio de otra cosa al margen de la propia música, estimada hasta entonces en toda la Edad Media como instrumento de edificación religiosa, sino que se empieza a concebir la música como un fin a sí misma, autosuficiente y autónoma, en cuanto a se refiere a su valor puramente auditivo. Es a lo que hacía referencia Juan XXII cuando afirmaba que ésta "embriagaba los sonidos".
En definitiva los primeros estadios en la evolución del arte músico, van principalmente encaminados a una mayor dignidad del arte de los sonidos, es decir, la emancipación de la música vocal y la música instrumental, la emancipación de la música religiosa y la música profana, la emancipación del mecenazgo, evoluciones o enriquecimientos que nos llevan a disfrutar de la música como el arte que conjuga los sonidos en el tiempo independiente del contexto en el que ésta se produce.
Una vez que la música se concibe como un arte autónomo o como un arte dentro de un contexto pero con belleza por sí mismo, las distintas evoluciones o refinamientos del mismo son esencialmente experimentación que focalizan la atención en puntos determinados.
Así, como afirmó Schönberg, la historia de la música se podría concebir como círculos concéntricos que van evolucionando y focalizando la atención en distintos elementos, ya sea la melodía, la armonía, el ritmo, el sonido en sí mismo, etc.
Y todos estos enriquecimientos no se sitúan por encima de lo anterior, no es música mejorada con respecto a lo que ya existía sino distintas formas de concebirla, de ahí que sepamos observar la belleza de distintos estilos musicales.
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