Lux est natura communis...La estética de la luz
La luz es la naturaleza común que se encuentra en todos los cuerpos, tanto celestes como terrestres...La luz es la forma substancial de los cuerpos, que posseen más real y dignamente el ser cuanto más participan de ella (San Buenaventura)
A pesar de lo oscuro que nos parece la Edad Media con ese teocentrismo dominante que gobernó la sociedad y el arte, tal y como se observa en las fuertes doctrinas morales que regían la vida de las personas y que supone un paso atrás tras el gran desarrollo filosófico y estético de las sociedades anteriores, la luz era un concepto muy importante en esta época.
Los distintos pensadores medievales se centraron en buscar la belleza en las proporciones y su relación con Dios, pero encontraron una belleza mucho más simple y directa, una belleza en los colores y en la luz, así como los aspectos sensibles de la realidad.
Posteriormente la Iglesia adaptó ese gusto y esa belleza por la luz, estableciendo una correlación con Dios. Él es la luz, el fuego que nos alumbra y que nos guía. Pensamiento que trajo un fuerte cambio en la estética medieval.
Si hasta el momento se estaban construyendo iglesias románicas donde la oscuridad y el recogimiento ofrecían un enclave perfecto para la oración y la comunión con Dios, el gusto por la luz supuso un giro de 180 grados. La aparición del gótico.
Esta nueva estética se rige por la luz, grandes catedrales góticas con gran altura que implican esa dirección ascendente en el camino hacia Dios. Vidrieras y cristaleras llenas de colores por donde llamaradas de luz llenan el templo de una gran claridad, de la presencia de Dios.
Así, la gran dualidad que se origina al inicio de la Edad Media por la que el arte es bueno cuando nos lleva a Dios pero malo cuando nos supone un placer físico, desaparece. Ahora la belleza en sí misma, aquella que nos resulta grata es buena porque nos lleva a Dios, genera en el hombre un estado positivo que nos ayuda a alcanzar al Creador en el camino místico y ascético.
La música recibe un desarrollo similar a todo lo expresado hasta el momento. En inicio la música solo era buena cuando servía a Dios y aquella que era mala, la profana, se redimía si mutaba a lo divino. Así melodías famosas se introducían en la música de las catedrales con un texto religioso que la convertía en algo apropiado.
Sin embargo, la sociedad medieval, tal y como ocurre con el color siempre supo ver la belleza directa, simple y buena de la música, así, al mismo tiempo que la música religiosa, existía una música profana tan desarrollada como la primera cuya existencia se concebía en todos los niveles de la vida, no sólo en el religioso.
Con la llegada del gótico, la música también se desarrolla como arte, surge la polifonía, que convierte a la música en catedrales góticas de sonidos con una clara dirección ascendente, que nos lleva hacia la luz, la belleza y hacia Dios.
En este momento, la música ya no distingue entre mala y buena, tanto la religiosa como la profana son aceptadas incluso el desarrollo de la una se produce gracias a la otra. La belleza terrenal y física puesta al servicio de la moral. El hombre, que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios conoce a Dios que es lo bueno y lo bello gracias al arte y a la luz que emana de él como de todos los cuerpos que dignamente se acercan al ser cuanto más participan de ella.
A pesar de lo oscuro que nos parece la Edad Media con ese teocentrismo dominante que gobernó la sociedad y el arte, tal y como se observa en las fuertes doctrinas morales que regían la vida de las personas y que supone un paso atrás tras el gran desarrollo filosófico y estético de las sociedades anteriores, la luz era un concepto muy importante en esta época.
Los distintos pensadores medievales se centraron en buscar la belleza en las proporciones y su relación con Dios, pero encontraron una belleza mucho más simple y directa, una belleza en los colores y en la luz, así como los aspectos sensibles de la realidad.
Posteriormente la Iglesia adaptó ese gusto y esa belleza por la luz, estableciendo una correlación con Dios. Él es la luz, el fuego que nos alumbra y que nos guía. Pensamiento que trajo un fuerte cambio en la estética medieval.
Si hasta el momento se estaban construyendo iglesias románicas donde la oscuridad y el recogimiento ofrecían un enclave perfecto para la oración y la comunión con Dios, el gusto por la luz supuso un giro de 180 grados. La aparición del gótico.
Esta nueva estética se rige por la luz, grandes catedrales góticas con gran altura que implican esa dirección ascendente en el camino hacia Dios. Vidrieras y cristaleras llenas de colores por donde llamaradas de luz llenan el templo de una gran claridad, de la presencia de Dios.
Así, la gran dualidad que se origina al inicio de la Edad Media por la que el arte es bueno cuando nos lleva a Dios pero malo cuando nos supone un placer físico, desaparece. Ahora la belleza en sí misma, aquella que nos resulta grata es buena porque nos lleva a Dios, genera en el hombre un estado positivo que nos ayuda a alcanzar al Creador en el camino místico y ascético.
La música recibe un desarrollo similar a todo lo expresado hasta el momento. En inicio la música solo era buena cuando servía a Dios y aquella que era mala, la profana, se redimía si mutaba a lo divino. Así melodías famosas se introducían en la música de las catedrales con un texto religioso que la convertía en algo apropiado.
Sin embargo, la sociedad medieval, tal y como ocurre con el color siempre supo ver la belleza directa, simple y buena de la música, así, al mismo tiempo que la música religiosa, existía una música profana tan desarrollada como la primera cuya existencia se concebía en todos los niveles de la vida, no sólo en el religioso.
Con la llegada del gótico, la música también se desarrolla como arte, surge la polifonía, que convierte a la música en catedrales góticas de sonidos con una clara dirección ascendente, que nos lleva hacia la luz, la belleza y hacia Dios.
En este momento, la música ya no distingue entre mala y buena, tanto la religiosa como la profana son aceptadas incluso el desarrollo de la una se produce gracias a la otra. La belleza terrenal y física puesta al servicio de la moral. El hombre, que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios conoce a Dios que es lo bueno y lo bello gracias al arte y a la luz que emana de él como de todos los cuerpos que dignamente se acercan al ser cuanto más participan de ella.
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