Ostende mihi faciem tuam...faciem speciosa. La belleza de Dios

"Múestrame tu rostro y hazme oir tu voz, porque tu voz me es dulce, y tu rostro hermoso" Cantar de los Cantares, 11

La Edad Media estuvo dominada por el cristianismo, que se basaba en la fe, en las leyes morales, en el principio del amor y en la esperanza de la vida eterna. Razones por las que a priori se pudo prescindir de la ciencia, la filosofía y la estética.

Sin embargo los Padres de la Iglesia vivieron en el helenismo por lo que la estética estuvo presente en la filosofía cristiana desde sus inicios, una estética con influencias platónicas y estoicas principalmente, ya que en el cristianismo se conciben las ideas de belleza espiritual y moral.

Así, la palabra "bello" aparece frecuentemente en diversos libros del Antiguo Testamento como el Génesis, el Libro de la Sabiduría, el Cantar de los Cantares, el Eclesiastés y el Eclesiástico. De hecho al inicio de la Biblia hay una frase que se repite con frecuencia: "Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera", siendo "bueno" traducido de la palabra griega "kalós", "bello". Ésto nos hace ver que los cristianos consideraban el mundo como algo bello al ser una creación consciente de un ser inteligente, en un claro paralelismo con una obra de arte.

La belleza se pondera como una prueba de la existencia y la obra de Dios, de hecho a través de la belleza se conocía por analogía a Dios. Por tanto, las obras de arte en el momento en que poseen hermosura, se les atribuye cualidades divinas. Los cristianos, por tanto conciben la belleza como algo dinámico, de vida, acción y creación.

Por otra parte, los cristianos también consideran lo bello como signo de vanidad, por lo que se producían posiciones contrarias y fuertes contradicciones en la estética cristiana, entrando a actuar en estas disputas la ética o moralidad.

Todo esto explica la existencia de la música en los ritos y liturgia cristiana. Se puede considerar que al igual que algunas ideas de la estética griega conformaron la estética cristiana, la música también formó y forma parte de la liturgia cristiana, ya que así lo hacía en los distintos ritos y cultos religiosos de la Antigüedad.

Puede que sea así, y que todas las cualidades que se le atribuyen a la música y que se corresponden con la filosofía y estética cristiana permitieran su entrada en la liturgia de la nueva religión. En un paralelismo con la filosofía platónica se observa como la música es una psicagogía, una guía de las almas que nos lleva en un viaje ascético a las ideas principales como el Bien o la Belleza, que en el cristianismo son representadas por Dios.

Él es todo lo sublime, todo aquello a lo que el hombre aspira, algo que se puede conseguir con la música, que también posee belleza moral. Toda la música que se regía por la ética era aquella que se podía "mudar a lo divino", es decir, entrar en la liturgia para alabar a Dios.

La música como una creación consciente de un ser inteligente, posee cualidades divinas, es bella, buena y en cierto sentido establece un paralelismo con la creación, que es la obra perfecta de Dios.
Así, esta música que se podría considerar algo vanidoso en cuanto a su belleza hedonista, que nos da placer a los sentidos, era también considerada un elemento que acercaba al ser humano a Dios.
Un Dios magnánimo, bueno, justo y bello.

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