Eligiere ex omnibus optima
“Pues todos, por una especie de sentido tácito, sin ningún arte ni razonamiento juzgan lo que es justo o erróneo en las artes y ciencias, y no sólo lo hacen en las pinturas, estatuas y demás obras para cuya comprensión tienen menos instrumentos por naturaleza, sino que especialmente muestran mucho más esa facultad en el juicio de las palabras, ritmos y sonidos, porque éstos están grabados en nuestros sentidos comunes y no quiso la naturaleza que nadie estuviera totalmente privado de ellos” Cicerón De oradores III 50, 159
La filosofía romana bebió de su homóloga griega, así en el siglo I a. C, en base a las doctrinas platónicas, peripatéticas y la de los estoicos, surgió la estética del eclecticismo. De tal forma que la escuela epicúrea y la escéptica quedaron fuera del ámbito ecléctico. De este modo, en la estética del helenismo se crearon dos bandos: uno estudiaba la estética y el otro criticaba tales actividades.
El mayor representante de esta escuela fue Cicerón, que recogió las principales ideas de las escuelas anteriores y aportó ideas nuevas que siguen vigentes hoy en día en la estética contemporánea, en ese lema ecléctico del Eligiere ex omnibus optima (escoger lo mejor de todo). Así el término belleza fue definido de acuerdo a las escuelas anteriores como el orden, la medida, la proporción adecuada y la concordancia de las partes (ordo y convenientia partium) a lo que Cicerón añadió las características de conmover con su aspecto y atraer la mirada (sua specie conmovet et movet oculos).
Esta definición de belleza es quizás la más acertada entre todas las enunciadas hasta ese momento, ya que recoge las principales ideas sobre el tema de las escuelas anteriores configurando una definición aún con vigencia en nuestros días, abarcando la belleza sensible e intelectual, siendo esta segunda superior, pues aparte de estética, es moral, de acuerdo a los estoicos. Siguiendo la interpretación socrática que implica que lo útil es bello. Y manteniéndose en la línea platónica en la que se muestran dos tipos de belleza, dignitas y venustas (dignidad y gracia).
Por su parte, el arte fue definido de acuerdo a lo anterior como todo lo que nace gracias al trabajo de las manos del hombre, que posee un conocimiento previo, requiriendo, por tanto como factores artísticos la habilidad, el talento y el trabajo. Sin embargo, Cicerón, por primera vez añade aquí lo que concierne al proceso creativo y a la experiencia estética, es decir, también es arte la idea en la mente del artista, configurando una idea completamente original y novedosa, que es una de las bases de la estética de nuestros días, por la que también destaca la implicación del artista.
Así en la estética ecléctica se dota de gran importancia al sentido estético, que se haya en los artistas, pero también en los receptores, este sentido permite al hombre concebir y evaluar al arte y es innato en él, lo cual supone una defensa indirecta del arte. Frente a las escuelas epicúreas y escépticas, que sin embargo si dotan, como todas las escuelas hacen, de gran importancia al hombre. Pues bien, los eclécticos dotan igualmente de esa importancia al ser humano y con él, al arte al ser algo completamente innato del hombre.
Otra de las características originales y más destacadas del escepticismo es el pluralismo, que Cicerón enunció en su teoría del arte. Esta idea rompe con uno de los principios más destacados de la estética griega por el que prevalecía la tendencia a buscar un principio único que fuese común a todos los artistas, a todo tipo de arte y de belleza. Es decir, la estética griega buscó en cada momento un orden, que de acuerdo al consenso social, quedó como el canon de belleza que había que seguir. Fuera de ese orden, todo lo demás no era bello.
Esta idea viene muy ligada a la que dota de importancia al artista, ya que cada obra surge de la mente de un creador con sus sensaciones y experiencias propias, dando lugar a un objeto artístico muy personal y que luego el receptor con su sentido estético completamente personal concebirá o no como bello. Efectivamente este sentido estético que genera un tipo muy concreto de belleza posee un factor evolutivo y social a tener en cuenta.
Así Cicerón y los eclécticos en general se adelantaron a ideas muy modernas al afirmar que diversas formas e ideas artísticas esparcidas, con el tiempo se van gradualmente fundiéndose hasta formar un arte unificado. Algo similar a Stravinsky, que en sus últimos años de su larga vida, afirmó como el tiempo acabó por unificar a modernistas y dodecafónicos, autores con posturas irreconciliables, como autores del periodo de entreguerras. Esta idea, tan ligada a la de la pluralidad es la que nos permite observar la belleza en obras de periodos muy distintos, como el renacimiento, el barroco, o el expresionismo, obras que pertenecen a órdenes y cánones muy distintos entre sí, y en muchos casos contrarios.
Y es que en el arte, como en cualquier actividad humana, la pluralidad es algo completamente necesario, ya que genera debate y con ello distintas soluciones a un problema común lo que hace que el arte evolucione, ya que éste como las sociedades es algo activo, vivo, algo que se va haciendo y evolucionando, además la pluralidad de las soluciones es algo igual de importante que el problema en sí, ya que lo interesante de las ciencias sociales, las artes, frente a las ciencias naturales es que no poseen una única solución válida, tal y como se puede observar en la coexistencia de numerables vanguardias artísticas en el S. XX.
Por tanto, entendiendo, como hicieron los eclécticos, que el arte es algo intelectual, sensorial, moral, útil, digno y gracioso, algo que se refiere al objeto pero también al artista el cual se encuentra dentro de un momento histórico y social determinado, donde la pluralidad concibe diferentes cánones artísticos, ¿que nos depara la música culta del S. XXI y del futuro en esa evolución natural del arte y la belleza?
La filosofía romana bebió de su homóloga griega, así en el siglo I a. C, en base a las doctrinas platónicas, peripatéticas y la de los estoicos, surgió la estética del eclecticismo. De tal forma que la escuela epicúrea y la escéptica quedaron fuera del ámbito ecléctico. De este modo, en la estética del helenismo se crearon dos bandos: uno estudiaba la estética y el otro criticaba tales actividades.
El mayor representante de esta escuela fue Cicerón, que recogió las principales ideas de las escuelas anteriores y aportó ideas nuevas que siguen vigentes hoy en día en la estética contemporánea, en ese lema ecléctico del Eligiere ex omnibus optima (escoger lo mejor de todo). Así el término belleza fue definido de acuerdo a las escuelas anteriores como el orden, la medida, la proporción adecuada y la concordancia de las partes (ordo y convenientia partium) a lo que Cicerón añadió las características de conmover con su aspecto y atraer la mirada (sua specie conmovet et movet oculos).
Esta definición de belleza es quizás la más acertada entre todas las enunciadas hasta ese momento, ya que recoge las principales ideas sobre el tema de las escuelas anteriores configurando una definición aún con vigencia en nuestros días, abarcando la belleza sensible e intelectual, siendo esta segunda superior, pues aparte de estética, es moral, de acuerdo a los estoicos. Siguiendo la interpretación socrática que implica que lo útil es bello. Y manteniéndose en la línea platónica en la que se muestran dos tipos de belleza, dignitas y venustas (dignidad y gracia).
Por su parte, el arte fue definido de acuerdo a lo anterior como todo lo que nace gracias al trabajo de las manos del hombre, que posee un conocimiento previo, requiriendo, por tanto como factores artísticos la habilidad, el talento y el trabajo. Sin embargo, Cicerón, por primera vez añade aquí lo que concierne al proceso creativo y a la experiencia estética, es decir, también es arte la idea en la mente del artista, configurando una idea completamente original y novedosa, que es una de las bases de la estética de nuestros días, por la que también destaca la implicación del artista.
Así en la estética ecléctica se dota de gran importancia al sentido estético, que se haya en los artistas, pero también en los receptores, este sentido permite al hombre concebir y evaluar al arte y es innato en él, lo cual supone una defensa indirecta del arte. Frente a las escuelas epicúreas y escépticas, que sin embargo si dotan, como todas las escuelas hacen, de gran importancia al hombre. Pues bien, los eclécticos dotan igualmente de esa importancia al ser humano y con él, al arte al ser algo completamente innato del hombre.
Otra de las características originales y más destacadas del escepticismo es el pluralismo, que Cicerón enunció en su teoría del arte. Esta idea rompe con uno de los principios más destacados de la estética griega por el que prevalecía la tendencia a buscar un principio único que fuese común a todos los artistas, a todo tipo de arte y de belleza. Es decir, la estética griega buscó en cada momento un orden, que de acuerdo al consenso social, quedó como el canon de belleza que había que seguir. Fuera de ese orden, todo lo demás no era bello.
Esta idea viene muy ligada a la que dota de importancia al artista, ya que cada obra surge de la mente de un creador con sus sensaciones y experiencias propias, dando lugar a un objeto artístico muy personal y que luego el receptor con su sentido estético completamente personal concebirá o no como bello. Efectivamente este sentido estético que genera un tipo muy concreto de belleza posee un factor evolutivo y social a tener en cuenta.
Así Cicerón y los eclécticos en general se adelantaron a ideas muy modernas al afirmar que diversas formas e ideas artísticas esparcidas, con el tiempo se van gradualmente fundiéndose hasta formar un arte unificado. Algo similar a Stravinsky, que en sus últimos años de su larga vida, afirmó como el tiempo acabó por unificar a modernistas y dodecafónicos, autores con posturas irreconciliables, como autores del periodo de entreguerras. Esta idea, tan ligada a la de la pluralidad es la que nos permite observar la belleza en obras de periodos muy distintos, como el renacimiento, el barroco, o el expresionismo, obras que pertenecen a órdenes y cánones muy distintos entre sí, y en muchos casos contrarios.
Y es que en el arte, como en cualquier actividad humana, la pluralidad es algo completamente necesario, ya que genera debate y con ello distintas soluciones a un problema común lo que hace que el arte evolucione, ya que éste como las sociedades es algo activo, vivo, algo que se va haciendo y evolucionando, además la pluralidad de las soluciones es algo igual de importante que el problema en sí, ya que lo interesante de las ciencias sociales, las artes, frente a las ciencias naturales es que no poseen una única solución válida, tal y como se puede observar en la coexistencia de numerables vanguardias artísticas en el S. XX.
Por tanto, entendiendo, como hicieron los eclécticos, que el arte es algo intelectual, sensorial, moral, útil, digno y gracioso, algo que se refiere al objeto pero también al artista el cual se encuentra dentro de un momento histórico y social determinado, donde la pluralidad concibe diferentes cánones artísticos, ¿que nos depara la música culta del S. XXI y del futuro en esa evolución natural del arte y la belleza?
Comentarios
Publicar un comentario